Mauricio Redolés

Documental sobre Redolés revaloriza su figura a través de la memoria

Dirigido por Faiz Mashini, “Redolés: la urgente necesidad de la memoria”, es un trabajo que se interna en la actualidad de uno de los grandes artistas de culto a través de su agudeza y crítico sentido del humor.


La poesía y la música de Mauricio Redolés son una especie extraña –y única- en Chile. Habituado a manejarse desde los rincones de la independencia, su status de artista de culto se debe a su ojo crítico sobre la realidad e identidad local. A lo largo de su carrera, su obra siempre fue tomando forma desde la memoria y el humor negro chileno: ya sea en un centro de tortura y con pasaje en mano a Inglaterra, o en la eterna calle Cueto, en el bello barrio de sus amores, Yungay.

De este mismo espíritu nace el documental “Redolés, la urgente necesidad de la memoria”, de Faiz Mashini. Es un trabajo que se mueve desde los márgenes: partiendo contra todo lo académico y con la misma esencia del poeta de hacer las cosas en el acto, grabando sobre la marcha junto a un aprendizaje que surge de la misma vereda que pisa. La obra actúa como un rescate a los recuerdos y las paradojas: como se puede aprender de las guitarras y las risas en un calabozo donde todo es gritos y tortura. O de canciones que se creían perdidas para luego entregársela a las futuras generaciones.

-¿Cómo comienza a gestar el documental?

-Se fue dando de manera orgánica. Estaba haciendo un documental de un autor chileno y dramaturgo, Juan Vera, que es muy desconocido en Chile, porque volvió del exilio a ser trabajo de resistencia en los sindicatos y en las poblaciones. Este personaje fue amigo de Mauricio en el exilio de Inglaterra. Me acerqué a Redolés para entrevistarlo y en ese momento se empezó a gestar una amistad y empezaron a salir actividades que empecé a registrar, tocatas, conciertos, actividades de memoria. Como en la calle Lumi Videla, cuyo nombre es en homenaje a la mujer que fue asesinada en dictadura y a la que tiraron su cadáver en la embajada de Italia. La memoria era una constante. 

-Redolés siempre registra sus recuerdos como el caso del torturador que le dice la “cuea que tiene”, por irse a Inglaterra, que aparece en su libro de memorias. ¿Cómo ves la memoria en su arte y cómo crees que el documental sirve para enmarcarlo a él dentro de la cultura chilena? 

Los personajes como Mauricio Redolés son importantes porque son los artistas que además de ser underground, son los que se han esforzado porque esa memoria no se quiebre del todo. Si fuera por los artistas de los 90, si solo hubiéramos tenido esos artistas y esos programas de televisión, nos habrían quebrado la memoria, no tendríamos acceso al pasado, tendríamos una memoria tergiversada. Por eso, me centré no en un documental que gire en la creatividad de un músico o del poeta, sino que siendo el complemento del artista y como la memoria forma parte de un total de su trabajo. Eso influye en que él haya pasado por la prisión política muy joven y se haya formado un movimiento cultural en torno a la cárcel. La importancia del arte en la cárcel fue fundamental para desarrollar gente que hasta hoy hace un arte transformador que no está en los medios tradicionales y para la propia supervivencia de mantenerse sanos y con cordura en esa situación inhumana.

-Ahora hay una mayor valoración a la obra de Redolés. ¿Por qué surge este fenómeno de rescatar su trabajo?

-Es una obra sólida y las obras que son sólidas terminan perdurando en el tiempo. El trabajo de Mauricio es no convencional, con mucho de experimental. También tiene una capacidad de mezclar géneros, por ejemplo, a mí me tocó grabar el videoclip de “Love in vain”, que es un cover de Robert Johnson. Ahí él toma el blues y después lo chileniza, lo hace en español y le pone cueca. Ese atrevimiento hace que se mantenga vigente. “Quién mató a Gaete”. por ejemplo, tiene cambios de tono, quiebres y rupturas musicales, a pesar de que no es una ruptura desde la academia, sino que es callejera, desde una sensibilidad. Esa experimentación que tiene desde los 80, con esa capacidad de generar rupturas y meter estilos en un mismo tema es algo atípico.

-¿Por qué piensas que a pesar de la edad sigue teniendo ganas de crear?

-Me motiva mucho ser testigo de su trabajo y no solo de él, sino de un montón de artistas que uno va conociendo. Son personas que buscan dejar una huella, y esa huella nunca está completamente construida. Mauricio es de esas personas que tiene veinte mil ideas en el mismo momento. Cuando converso con él, tiene ideas para teatro, cine, música. Es tal la cantidad de ideas que va procesando, que siempre tiene que estar materializando algo. Con eso me siento identificado.

-Haces reflexiones con tu voz en off durante el documental. ¿Qué aprendiste con este trabajo y con Redolés?

-Con Redolés me di cuenta de la importancia del humor, que está muy presente en el documental. Es impresionante ver también que en un centro de tortura la gente se convoque para hacer arte y con un humor muy particular. Cuando vio el documental, Redolés lo asoció a un relato de Oscar Castro –fallecido en abril pasado-, el fundador del teatro Aleph, que también fue preso y decía lo mismo. El humor chileno es un humor negro y crudo, pero también amable y que ayuda a la supervivencia, ayuda a que la mente se mantenga. Esas son asociaciones. Lo otro es la importancia de la herencia. Mauricio hereda de otros, como Víctor Jara, Patricio Manns, aunque al mismo tiempo hay una importancia de trasfondo a las generaciones siguientes.

-¿El humor de Redoles lo distingue de otros autores que escribieron en dictadura?

-Creo que sí. Creo que el humor es propio de todos, pero siempre hay personas que son diferentes. La creatividad es muy variada y no en todos los casos hay ese humor. A lo mejor hay músicos que escriben cosas que son más densas, de un contenido que muestra la tragedia tal cual es y eso también es necesario.

-¿Cómo fue convivir con la familia, los amigos y músicos que están cerca de Redolés?

-Hay un ánimo que también es similar y que se va formando, que la Kharito -esposa de Mauricio- lo manifiesta: que es la noción de clan donde no es solo un equipo de trabajo. Hay una suerte de complicidad en el trabajo, un respeto a la historia y también una idea de espíritu común, que tiene que ver con una música que estimo tiene cercanía, familiaridad. Va de la mano con algo biológico. Algo que va más allá de la entretención.


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