Elvis y el sexo

Elvis y el sexo: traigan a las vírgenes

Elvis y el rock. Elvis en el ejército. Elvis en Las Vegas. Elvis en Graceland como un zombi por las drogas. Elvis muerto tirado en un baño el 16 de agosto de 1977. El mito del legendario cantante tiene muchos capítulos, pero no se habla demasiado de un hombre que podía tener a todas las mujeres que deseara. El mayor símbolo sexual masculino del siglo XX no quería competencia y para eso necesitaba jóvenes castas

por Marcelo Contreras


“Él era el rey” respondió la actriz y ex reina de belleza Linda Thompson hace tres años, cuando le preguntaron a la salida de un restaurante en Los Angeles sobre las cualidades amatorias de Elvis Presley. Fue su novia entre 1972 y 1976 -y más tarde esposa de Bruce Jenner, hoy Caitlyn-, cuando el mayor intérprete musical en la historia de Estados Unidos, sinónimo del rock & roll y un antecedente en la revolución sexual de los 60, inició una caída libre tras el divorcio de Priscilla, su única esposa. Pero los reportes de sus capacidades no coinciden con el entusiasmo de Thompson. El hombre que desde el salto a la fama a los 21 años en 1956 se acostumbró a múltiples parejas, aún cuando durante la adolescencia era retraído y sobre protegido por su madre Gladys, sumó incontables mujeres. Algunas fueron famosas, estrellas por derecho propio como las actrices Natalie Wood, Ann-Margret y Cybill Shepherd, pero también innumerables chicas bajo la edad legal. De hecho, conoció a su futura esposa, Priscilla de apenas 14 años, durante su periodo como recluta en Alemania, una etapa clave en su vida. Por esos días lidió con la muerte de Gladys -abrazaba el cadáver rogándole que volviera-, y como recluta se hizo adicto a las anfetaminas por consejo de un superior. Cuando terminó el servicio contrabandeó dos kilos de píldoras, el prólogo de un consumo demencial que le llevaría a la muerte. 

A Priscilla la cortejaba manteniendo las apariencias. Lujosos autos la iban a buscar y a dejar a su casa. Estando a solas y en el dormitorio de Elvis, la pareja practicaba toda la previa posible sin consumar el sexo, a pesar de los ruegos de ella. Con Natalie Wood hizo lo mismo, pero la protagonista de “Rebelde sin Causa” (1955) no estaba para jugarretas. “¿Qué le pasa a tu jefe?”, le alegó a un miembro del séquito de Presley. “Es todo manos, pero cero acción. Se supone que debiera ser el rey de la cama, pero no quiere hacerlo conmigo”. 

“Él estaba fascinado con la idea de las adolescentes”, confesó Lamar Fike, uno de sus más fieles acompañantes desde los inicios y víctima habitual de crueles bromas producto de su obesidad. Mejor aún si eran realmente vírgenes, pues así no habría puntos de comparación. En el apogeo de su fama cortejó a Jackie Rowland de 14 años y paralelamente entabló amistad con un trío de chicas de la misma edad, Frances Forbes, Gloria Mowel y Heidi Heissen, a quienes solía invitar a su dormitorio para que se maquillaran según sus gustos -mucha sombra de ojos-, y librar guerras de almohadas. Elvis se contentaba con besar y hacer cosquillas a las jovencitas. Tiempo después, cuando su atractivo como estrella del pop despertaba desmanes y su condición de símbolo sexual alentaba resistencias en el establishment, con cadenas de televisión y autoridades exigiendo mesura en sus movimientos, Presley le pidió a uno de sus agentes, Byron Raphael, que le consiguiera chicas, subrayando que le gustaba “el sexo duro y caliente”. Pronto Raphael fue testigo que al cantante le gustaba más toquetear que consumar. Llevó a tres muejeres a su dormitorio que en pocos minutos saltaban desnudas en la cama de Elvis, mientras él permaneció con ropa interior y se dejaba besar, para finalmente quedarse dormido con sus canciones como telón de fondo. 

Presley le pidió a uno de sus agentes, Byron Raphael, que le consiguiera chicas, subrayando que le gustaba “el sexo duro y caliente”.

Cuando regresó de Alemania en 1960, Elvis comenzó a salir con otra niña de 14, Sandy Ferra. Los encuentros sólo se limitaban a intensas sesiones de besos. El cantante le propuso a la madre, Mary Lou, que dejara a su hija vivir en la mansión de Graceland. La respuesta fue un no. En 1963 repitió la maniobra, esta vez con la familia de Priscilla. Accedieron y Elvis se convirtió en su tutor legal mientras terminaba sus estudios. En la intimidad le exigía lencería blanca, el maquillaje marcado en los ojos, y que simulara sexo con otra chica mientras él filmaba con un prototipo de cámara casera, cortesía de Sony para el rey del rock. Como de día era estudiante, Elvis le pedía que se dejara el uniforme para jugar al profesor. Paralelamente, Presley salía con otras cuatro mujeres, incluyendo la despampanante Ann-Margret, su coestrella en “Viva Las Vegas” (1964), que lo tenía verdaderamente prendado. La partida la ganó Priscilla. En 1967 se casaron. Un año más tarde nació Lisa Marie, y la pareja nunca más intimó. En 1972 Priscilla le pidió el divorcio. Hacía tres años que sostenía una relación con el instructor de karate Mike Stone. Según afirma en el libro “Elvis y yo”, cuando le dijo que ya no le amaba, su respuesta fue “así es como un verdadero hombre le hace el amor a su mujer”, y la violó. 

Mientras más insulsas eran sus películas y la Invasión Británica liderada por The Beatles le dejaba en la retaguardia musical, Elvis Presley pasaba más tiempo en California. Las fiestas con sus amigos, la infame Mafia de Memphis, se convirtieron en bacanales. Sin embargo, él solía observar, masturbarse y, de tanto en tanto, escoger a tres chicas -sin importar si eran novias de sus compadres-, y apartarse. Jamás compartió simultáneamente con otros hombres a sus compañeras del momento. Según la actriz Cybill Shepherd, él se negó a practicar sexo oral con ella “porque los hombres blancos no hacen eso”, y aseguró que el sexo no fue memorable. Al contrario, Sheila Ryna, una chica de 21 años que Elvis conoció en Las Vegas en 1974, asegura que le encantaba dar placer oral siempre y cuando no hubiera rastro alguno de olores corporales. Ese mismo año Elvis se relacionó con Rebecca Smith, de 14 años, amiga de su hermanastro Rick Stanley. Smith asegura que nunca pasaron de los besos. A esas alturas el sobrepeso y el consumo de drogas eran exponenciales. Rebecca le dejó.       

La mayoría de las teorías sobre las relaciones de Elvis con las mujeres apuntan a su madre y el gemelo que no sobrevivió al parto, lo que habría empujado a la mujer a tratarlo permanentemente como un niño. Detalles: a las puertas de la adolescencia, Elvis seguía utilizando cubiertos y vajilla de un infante, que se lavaban y secaban aparte. Tenían códigos propios -los helados se llamaban “iddytream”, la leche “butch”-, y aunque Gladys apoyaba sus aspiraciones artísticas, cuando la fama llegó nunca pudo disfrutar el éxito de su hijo, a pesar de los lujos y el dinero a raudales que sacó a la familia de la pobreza. La señora Presley pensaba permanente que Elvis sería atacado, detestaba que se fuera de gira, y no le permitía abordar aviones. No hay fotos de ella sonriendo en aquel periodo, sino pesadumbre y tristeza justo cuando su vástago encarnaba la fuerza volcánica del rock & roll, de profundas consecuencias culturales. Quizás intuía que aquello no acabaría bien para su hijo. John Lennon lo dijo: “Fue duro para nosotros, pero no tanto como para Elvis. Eramos cuatro para compartir la carga. El no tuvo a nadie con quien compartir a Elvis. Estaba solo”.