Bob Marley

El día que quisieron matar a Bob Marley

El 3 de diciembre de 1976, un grupo de gangsters quiso acribillar al rey del reggae en su casa jamaicana. Hirieron a su manager y a su esposa, mientras él salió ileso. Nadie se atribuyó el fallido crimen que se imputó a partidos políticos de su país y a la CIA.


Para el día que intentaron matar a Bob Marley, él ya era casi visto como el nuevo Jesús. Inspiraba paz y el sentimiento de seguir luchando junto a las ideas de Jah que venían desde hace un tiempo predominando en su natal Jamaica.

En aquellos años, la isla dirimía sus diferencias en la calle a balazos, entre las ideas del candidato a primer ministro, Michael Manley del Partido Nacional del Pueblo (PNP), y Edward Seaga, del Partido Laborista de Jamaica (JLP).

En ese contexto, Marley intentaba mantenerse lo más neutral posible, sin generar odiosidades con ningún sector político. Según su biógrafo, Roger Stefan, “Todos encontraban un territorio neutral en el 56 de la calle Hope, la casa de Bob” y dentro de la vivienda era común ver compartiendo a personas antagónicas y que seguramente se habrían matado si se hubieran conocido afuera.

Esa impresión de violencia encubierta fue la que desencadenó en uno de los sucesos más agrios para el cantante. El artista y su manager, Don Taylor, decidieron proponerle a Michael Manley un concierto a beneficio con la intención de unir a su pueblo que se encontraba dividido en dos bandos, bajo el nombre de “Smile Jamaica Concert”. El político -que fue primer ministro electo en 1972-, dio el visto bueno, aunque tenía sus planes personales para el recital.

La fecha se agendó para el 5 de diciembre de 1976, unos diez días antes de las elecciones. Esto sacó inmediatamente a Bob Marley de su bando neutral, ya que el concierto fue visto como si estuviera cerrando la campaña a Manley, despertando la ira del JLP. Desde ese día, el rey del reggae no pudo volver a dormir tranquilo.

El aprovechamiento político de Manley le valió amenazas de todo tipo al músico. Su manager también fue víctima de mensajes agresivos y acosos, donde lo instaban a suspender el concierto.

La efervescencia escaló tanto que Marley tuvo que recibir custodia de los guardaespaldas estatales del PNP las 24 horas del día. La situación era insostenible y el estrés iba en alza. Bob estaba seguro de que lo querían muerto. “Te quieren tanto que te matarían”, le repetía el artista en una entrevista a su amiga y periodista, Vivian Goldman. En el momento, estas palabras para ella eran indescifrables, más tarde se daría cuenta que Bob Marley estaba pidiendo auxilio, porque presentía que lo querían muerto.

Su nerviosismo era tan persistente que días antes del atentado tuvo una visión. Se encontraba en la calle Hope, rodeado de militares y armas, con la sensación que lo asesinarían y era salvado por un hecho místico: Jah, el Dios rastafari, lo sacaba del lugar salvándolo del peligro.

La madrugada del 3 de diciembre de 1976, un grupo de tiradores atentó contra la casa de la calle Hope. Uno apuntó su arma desde la puerta a la sala de ensayo y comenzó a disparar. Otras descargas venían del exterior del hogar llenando el ambiente de plomo. Ochenta y siete disparos fueron contabilizados, con el manager, Don Taylor, desangrándose en el piso y Bob Marley empapado en la sangre de su propio amigo, quien se puso delante de él para cubrirlo de los ataques.

El artista salió del atentado sin ninguna herida más que el roce de una bala en el pecho y su esposa Rita también alcanzó a recibir parte del ataque, aunque sin consecuencias fatales. Para Marley fue una situación extraña: era la figura más popular de Jamaica, pero alguien estaba moviendo sus fichas para quitarle la vida.

¿Era un grupo de gangsters o un partido político? ¿Tal vez la CIA? Nadie lo sabía realmente. ¿Por qué alguien quería ver muerto al más internacional cantante de reggae? Uno de los principales sospechosos fue el JLP de Edward Seaga, aunque siempre juró no tener nada que ver en el atentado. Incluso afirmó que nunca hubieran utilizado a Marley para ganar votos como lo hizo el PNP y que se alegraba de que el artista se hubiera salvado del atentado. Un supuesto informante de la CIA, sin embargo, decía lo contrario.

Su tesis era que Seaga mantenía contacto con la CIA, aunque en forma indirecta, lo que para muchos fue la certeza que la agencia de inteligencia estadounidense fue uno de los principales sospechosos en la gestión del ataque. Para sorpresa de todos, Bob Marley se presentó al “Smile Jamaica Concert” frente a 90 mil personas que celebraron su aparición. Allí, el músico aseguró que no estaba involucrado en ningún tipo de ideología política e interpretó más canciones de las primariamente pactadas. En un momento, de hecho, se alzó frente a sus seguidores, mostrando la herida en el pecho, haciendo ver que él estaba ahí, mostrándose frente a todo lo que lo atormentaba de su país y tratando de unirlo.

Más tarde se repetiría una imagen similar -tras volver luego de su auto exilio a Inglaterra- donde se presentaría en el concierto a beneficio “One Love Peace”, llamando al escenario a los dos rivales políticos, Edward Seagal y Michael Manley, durante una canción. Los tres alzaron sus manos en símbolo de unión, en una imagen que quedó para la posteridad.

De todos modos, la paz que tanto quiso nunca llegó. Jamaica continuó desangrándose pese a los esfuerzos del más famoso de sus músicos por vincular colectivamente a un país en favor del amor en lugar de la tragedia.

En Netflix hay un documental que profundiza en el episodio.

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