Bitácora del sur

La travesía del rock independiente por Latinoamérica

El documental “La Bitácora del Sur” del chileno Omar Díaz registra a bandas autogestionadas en Chile, Perú, Argentina y Uruguay que se mueven en libertad y sin jerarquías. Ahora el director prepara otro trabajo sobre el estallido social.


Una pizca de curiosidad fue lo que llevó al director chileno Omar Díaz a conocer los distintos pasajes, orígenes, barrios y destinos que acompañan la música autogestionada. Esta singularidad fue lo que lo llevó a grabar “La Bitácora del Sur”, documental que recorre el cono sur de Latinoamérica y nos muestra por medio de escenas no solo la música independiente, sino la intimidad y la bohemia de los distintos lugares donde los artistas son los protagonistas. Un proyecto que lo hizo instalarse en distintos epicentros del género en sitios como Lima, Montevideo y la Plata y que por medio del boca a boca encontraba su destino. Es decir, cuando conocía una banda, ésta lo llevaba a otra. Así comenzó en Santiago, luego en Perú, hasta llegar a Uruguay. 

Aunque fue realizado hace dos años –casi al mismo tiempo que surgía el estallido social-, recién esta temporada tuvo su estreno en el festival BAFICI. Díaz quedó conforme con su trabajo, pero avanza rápido: se encuentra preparando un nuevo proyecto que está en vías de desarrollo. 

-¿Cómo fue tu experiencia post documental?

-Ha sido un viaje de muchas emociones. Recuerdo que cuando recién terminé de grabar estaba súper entusiasmado por poder mostrarlo. Mi idea era hacer una tocata donde se podría proyectar, pero como lo terminé en 2019 llegó el estallido social y luego la pandemia, lo que trajo muchos problemas. Se suspendieron o postergaron muchos festivales de cine, donde lo había mandado y la música en vivo era algo muy lejano. Todo esto trajo que la cinta quedara retenida. Ahora que veo el documental, lo siento como una foto de unos últimos momentos. Están las últimas tocatas que se pudieron hacer antes de que llegara todo lo que está pasando. Me da nostalgia. 

-¿Te gusta lo que quedó de tu trabajo? 

-Este es mi primer documental y creo que me pasa lo mismo que a cualquier creador de contenido. Las obras las puedes corregir infinitamente, podrías estar de por vida cambiándole cosas. Uno va creciendo y siempre va a querer adaptarlo a como eres en ese momento. El documental es parte de quien era en 019. Es un trabajo que se refleja en mí, con las cosas buenas y los errores que tiene. 

-¿Sigues relacionado con las bandas que conociste en tu viaje?

-Sí. Con Niños del Cerro somos bien amigos, hay muy buena onda. Con los chicos de Perú, Argentina y Uruguay seguimos en contacto. Eso es muy positivo. Es bacán que, a través de la música o el arte, personas de diferentes países puedan seguir en contacto porque tienen algo en común. Las expresiones artísticas, en este caso la música, tienen la habilidad de romper estas fronteras, derribar prejuicios, nos conecta y genera amistades. A eso nos invita el documental, nos incentiva a generar relaciones y conexiones a través de la música. 

Omar Díaz.

-¿Tienes en vista un nuevo proyecto?

-Estoy editando mi segundo documental, está grabado y ahora lo estoy armando. En un par de meses tendría una versión final para ver si lo mando a festivales de cine. Tiene que ver con el estallido social de Chile, pero conectado con el estallido en Hong Kong. Fui a esa región el año que llegó la pandemia allá, pero estaba justo antes. Cuando el virus llegó, allá estaba la cagada. Lo bueno es que pude grabar todos los momentos, tengo muy buen material. Hay una historia por contar muy intensa por la que ellos luchan.  

-¿Cómo ves la música actualmente en Chile, sobre todo la urbana que ha surgido con fuerza?

-Es interesante. Cada país tiene sus sonidos y su música de una manera diferente, debido a la historia que han vivido.  Siempre es positivo y lo que me gusta de la música urbana, es que hay oportunidades para casi todos. Cada vez es más fácil hacer una grabación en la casa, cada vez es más común los estudios y sellos independientes. Ya no se necesita hacer una inversión millonaria para hacer un disco. Me puedo juntar con amigos, pedir prestada una guitarra, una interfaz de audio y me pongo a grabar. La música y el arte ya no son producto de elite, es accesible a la mayor cantidad de personas que quieran participar. Las cosas cambiaron.


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