Muzz

Muzz: «Muzz»

por Martín Guerra


Las comparaciones son siempre odiosas. Jon Savage, uno de los cronistas musicales anglosajones más respetados, decía que bandas como Interpol y Editors eran estúpidas en su forma de emular el sonido oscuro y depresivo de Joy Division. Paul Banks, líder de Interpol, a su vez, creía que los comentarios que los asociaban con la banda del suicida Ian Curtis eran simplones, propios de personas que no tenían un mayor background estilístico.

En sus casi veinte años haciendo música, Banks ha dado muestras de su diversidad. Si en sus comienzos aseguraba que le gustaría haber sido Prince, luego se enamoró del hip hop –hizo un disco con RZA, el vocalista de Wu Tang Clan- y tampoco rehuía de su pasión por la electrónica punk de Suicide.

El más reciente proyecto de Banks junto a Matt Barrick –baterista de The Walkmen y de los últimos tours de Fleet Foxes- y Josh Kaufman –multi instrumentista y productor- es Muzz, un trío perfectamente calibrado, de sonido cálido y casi siempre en clave tan sobria como taciturna. Los años de circo se notan. Este es un trabajo fraguado a fuego lento, con reminiscencias tanto de Interpol, en menor medida, como de The Walkmen. La elegancia, buen gusto y sensibilidad romántica de estos últimos se plasma en títulos como la melancolía marcial de “Broken Tambourine”, la dulzura contenida de “Trinidad” y el homenaje pop a Chubby Checker en la canción homónima. Así también repasan a los primeros Interpol en el post punk efectivo de “Red western sky” y “Knuckleduster”. Todo sobre la base de sintetizadores, tenues pianos y una emotividad contenida que contagia. En su presentación, el trío afirmó que sus influencias estaban en viejos cracks como Neil Young y Leonard Cohen. Algo de eso hay. Pero sobre todo, existe una profundización y búsqueda por melodías bien hechas, armónicas y que discurren con tanta pasión como naturalidad.