por Martín Guerra //
Para Other Lives, 2011 fue un año inolvidable. Con su segundo disco, “Tamer Animals”, el grupo pasó de ser una banda más del folk alternativo a codearse con los grandes. Un hit épico, “As I lay my head down”, los elogios de la crítica y, fundamentalmente, la invitación que les extendió Radiohead para que abrieran sus shows en Estados Unidos y Canadá para la presentación de “King of Limbs” (2011), los situaron en un lugar impensado: la mayoría de las revistas los puso dentro de lo mejor del año.
Su delicada y orgánica artesanía musical, con predilección por los detalles y la belleza instrumental añadió en su siguiente álbum, “Rituals” (2015), incrustaciones sonoras sintéticas y unas letras que asumían algún temor por la tecnología y escenarios distópicos similares a los que expresan sus colegas de “No surprises”.
Ese cambio no fue tan aclamado y Other Lives sintió el golpe. Se tomaron cinco años para trabajar sesenta canciones –de las que dejaron diez- donde volvían a los orígenes, así nació «For their love»: una composición clásica, deudora de la instrumentación que se equilibra entre la grandilocuencia y la emotividad fronteriza de Calexico en “We wait” –una canción que, tempranamente, asoma entre las mejores del año-; recrea a unos Interpol más pausados, pero igual de sombríos en “Lost day”; se vuelve exquisitamente melancólica y con coros fantasmales en “Dead languages” y “Sideways” y explota la elegancia incandescente de Scott Walker en la oscura “Nites out”.
Como el mismo Walker, las letras en Other Lives reflexionan sobre la muerte y la existencia siempre bajo una óptica musical exuberante, cinematográficamente sesentera y romántica. Un retorno con distinción.
