George Harrison

El álbum blanco de George Harrison

Con imágenes nunca vistas y 208 minutos de duración, “George Harrison: Living in the Material World” de Martin Scorsese asoma como el documental más completo del guitarrista de The Beatles. Con testimonios de sus ex compañeros, familiares y amigos, el cineasta reconstruye la historia del músico, aunque a través de una imagen edulcorada: no menciona su adicción a la cocaína ni su fama de mujeriego.

por Felipe Rodríguez //


Pocos lo sabían. Desde sus primeros tiempos en The Beatles, George Harrison tenía una afición obsesiva: registrar cada uno de los momentos de su vida. A través de fotografías, grabaciones o textos, el guitarrista armaba el rompecabezas de su existencia en su estilo: sin decírselo a nadie. En el anonimato más profundo.

Ese inmenso material quedó en manos de Olivia Harrison, la viuda del músico fallecido el 29 de noviembre de 2001, quien tras observar el documental “Shine a Light” sobre los Rolling Stones y realizado por Martin Scorsese, decidió llamar al director. Quería que se pusiera detrás de las cámaras para registrar la historia del llamado “tercer Beatle”.

Tras el acuerdo, el gran problema para el cineasta era contar algo nuevo sobre Harrison. The Beatles debe ser uno de los íconos populares más estudiados de las últimas cinco décadas y Scorsese se tomó cinco años en darle forma al personaje.

Llamado como su segundo álbum solista, “Living in the Material World”, la obra de 208 minutos bucea en una imagen edulcorada del artista. Allí aparecen sus hermanos comentando la rebeldía juvenil de George; el director Terry Gilliam -“Brazil”, “12 Monos”- hablando del financiamiento con hipoteca de casa incluido de Harrison para una película del grupo humorístico británico “Monty Python”; Eric Clapton valorando la hidalguía de su amigo tras enterarse de la relación amorosa clandestina entre él y la esposa del creador de “Something”, Patti Boyd; o la propia y desconocida Olivia Harrison ratificando la espiritualidad que rodeaba a su marido desde que conoció la religión hindú.

Aunque estos comentarios apuntan a sentir nostalgia por su legado artístico y a provocar emoción en los seguidores de la banda más popular de la historia, Scorsese repite una actitud que ya se había visto en sus documentales sobre Bob Dylan -“No Direction Home”- y los Rolling Stones: la condescendencia. Nadie puede negar que su trabajo de montaje es excelente y que cada entrevistado trata de contar alguna historia desconocida de Harrison. Pero prácticamente omite las zonas oscuras del guitarrista.

Si con Dylan trabajó con el archivo entregado por el equipo del cantautor y con los Rolling Stones omitió que el mítico Ahmet Erdegun, creador del sello Atlantic y descubridor de Led Zeppelin, se cayó tras bambalinas luego de saludar a los Rolling Stones antes del concierto de ese documental y, a las semanas, falleció, con el ex Beatle ignoró, también, aspectos fundamentales.

En “Living in the Material World” prescinde de la historia de amor entre Harrison y Maureen, la primera pareja estable de su compañero Ringo Starr. Eric Clapton es el único que, apenas, esboza el intercambio de duplas románticas en el rock de los 60. Tampoco se cuenta la severa adicción a la cocaína que, a mediados de los 70, tuvo al músico por las cuerdas. Desechado por los medios de prensa y con problemas con su discográfica, en aquella época sufrió una dura depresión. Tanto, que debía tomar un jugo a base de vinagre y jengibre para no perder la voz en medio de un show. Una situación similar sucedió cuando fue acusado de plagio por su primer single en solitario, “My Sweet Lord” -que fue el primer número uno de un Beatle en Estados Unidos e Inglaterra post separación-. El caso llegó a la justicia, perdió y tuvo que pagar una multa.

Drogas, canciones y ataques

Uno de los momentos más sinceros del documental es cuando Harrison cuenta la primera vez que consumió LSD junto a John Lennon justo en la etapa previa de sus álbumes más experimentales -“Sgt. Pepper…” (1967)  y “Revolver” (1966)-. “Sentía como una concentración de felicidad. Todo lo que me rodeaba me parecía hermoso”, dice en un programa de televisión.

Es en aquella época cuando siente la necesidad de mostrar sus canciones, siempre opacadas ante la genialidad de la dupla Lennon-McCartney. El bajista, de hecho, despacha un acto de honestidad asombrosa. Alabando la pericia instrumental de su compañero, cuenta que la canción,“And I Love Her” -incluida en el álbum “A Hard Day’s Night” (1964)-, estaba lista y que Harrison le añadió el riff que acentuó la calidad del tema. “Entendió que le hacía falta un riff. Yo no lo escribí”, afirma dándole los créditos. O Yoko Ono cuando sostiene que era el más acogedor de los Beatles y que Lennon lo apoyó al escuchar “Something”, una de las canciones preferidas de Frank Sinatra. “John dijo que ese debía ser el primer single”, indica.

El testimonio más conmovedor es el relato de Olivia Harrison cuando, a fines de 1999, un desquiciado quiso matar al guitarrista en su casa. El músico, por entonces afectado de cáncer, recibió ocho puñaladas y, según su mujer, esa situación lo disminuyó física y anímicamente y lo hizo prepararse para la muerte, aunque sin perder el humor. Pocos días antes de morir, Ringo Starr lo visitó. Ya no se podía mover. Cuando el baterista le dice que debía viajar a otra ciudad a acompañar a su hija a una operación, Harrison le respondió “Si quieres te acompaño”. Ringo recuerda la escena, ríe y llora. Un pedazo de historia estaba llegando a su fin.